Llamamiento a un mundo más justo, ecologista y feminista:
Nosotros, los seres humanos, estamos aquí, en la existencia, como fruto de la coincidencia y de reacciones químicas, en un universo al que le somos indiferente. Somos una pequeña especie que flota en una pequeña mota de polvo que navega por el universo. Una especie que se ha constituido como civilización avanzada, sobre todo a partir de los últimos dos siglos.
En esos últimos doscientos años se ha producido un gigantesco desarrollo científico-tecnológico, seguido de un enorme crecimiento demográfico, lo que ha llevado a una globalización en todos los aspectos y a un modelo de vida absolutamente diferente al preexistente. Este modelo socioeconómico ha producido y produce profundas desigualdades e injusticias, además de enormes daños en lo que al planeta se refiere, y más con el establecimiento del paradigma neoliberal a partir de los años 70 del siglo XX, el cual constituye la exacerbación más extrema del sistema capitalista. Esto supone un problema a escala global para el planeta y la vida que hay en él. Por lo tanto, es necesario abandonar el modelo neoliberal y, posteriormente, acabar con el sistema capitalista, para construir una nueva civilización basada en la fraternidad entre los habitantes del planeta, la igualdad en todos los aspectos de la vida y la libertad de todas las personas.
Así mismo, al modelo socioeconómico capitalista, inmerso en una sociedad de consumo totalmente lesiva para el medio ambiente y la vida, se le deben añadir otros problemas de igual importancia:
El patriarcado, si bien anterior a la existencia del capitalismo, supone una estructura de dominio de lo masculino, del varón, sobre lo femenino, la mujer. Un patriarcado que en Occidente perdura durante milenios y que se manifiesta como acción en el machismo. El cual empieza a tambalear sus cimientos gracias al auge del movimiento feminista, sobre todo a raíz de la Huelga Internacional Feminista del 8-M del año 2018. Además de requerirse poner a la luz pública la esfera de los cuidados, lo que supondría poner en jaque el modelo económico capitalista, cuyo uno de sus pilares es el patriarcado.
El cambio climático, muy relacionado con el modelo socioeconómico vigente, supone un reto mundial que debe ser tratado a escala global en coordinación con todos los Estados del planeta. Un problema que requiere soluciones radicales tanto a nivel nacional, como regional y local. Soluciones que deben ir a la raíz del problema y que no pueden esperar, ya que el tiempo de mitigación es limitado, fijado el año 2030 como el punto de no retorno y el año 2050 como el año en el que el planeta tendrá condiciones difíciles para la vida, según Naciones Unidas.
Además, el problema neocolonial debe ser considerado de importancia, sobre todo con el legado del colonialismo europeo y el establecimiento de grandes multinacionales en países de mano de obra barata, lo que supone la explotación de trabajadoras y trabajadores, así como un pilar del sostenimiento del sistema capitalista. Así mismo, la discriminación por cuestiones de etnia sigue vigente en Occidente, sobre todo a raíz del auge de los movimientos de extrema derecha.
La civilización humana requiere una revisión de su modelo de vida, debido a que es profundamente desigual y, además, incompatible con la pervivencia de la propia especie, como se puede observar en los problemas anteriormente citados, así como en otros de no menor importancia.
Por ello es necesario llevar a cabo objetivos a medio y largo plazo: a medio plazo llevar a cabo una reforma del poder, dando mayor peso al Estado en la economía, subordinando el poder económico al político. Llevar a cabo intervenciones estatales para controlar los excesos del mercado, reforzando el Estado del Bienestar. Así como nacionalizar los sectores pertinentes y ampliar la democracia. Para, a largo plazo, construir una nueva civilización isocrática y poscapitalista – acabando con el capitalismo –.
Por consiguiente, es necesario establecer una hoja de ruta programática con el fin de construir un mundo más verde, feminista y democrático. Una ruta progresista e internacionalista con los Derechos Humanos como bandera. Un proyecto donde establecer un ideal que es posible, de manera progresiva y pragmática, donde la matriz ideológica no enturbie la realidad. Con el ideal de una sociedad poscapitalista – donde se haya acabado con el capitalismo – que debe alcanzarse de manera progresiva, construyendo el puente que nos lleve al otro lado del río, sin tratar de cruzarlo a nado. Una ruta anticapitalista a la que pueden adherirse personas anónimas, asociaciones, ONGs, partidos políticos, instituciones, gobiernos y la propia sociedad civil. Una hoja de ruta transversal, de los de abajo frente a los poderosos de arriba. Un proyecto que persiga la libertad, la igualdad y la fraternidad. Que persiga el completo bienestar de la sociedad, con la felicidad de todas las personas como objetivo final.
Una hoja de ruta para construir, desde lo local y desde lo global, un planeta verde, feminista y democrático:
Nosotros, el pueblo, somos los legítimos ostentadores del poder popular. Somos la mayoría social que más aguanta las embestidas del sistema. Ante los desafíos del siglo XXI, los cuales constituyen problemas clásicos como la histórica desigualdad de género, las discriminaciones por etnia, sexo u orientación sexual o la explotación laboral de trabajadoras y trabajadores, así como nuevos problemas como el cambio climático, es necesario adoptar un proyecto ambicioso por el cual solventar de manera interseccional todas estas problemáticas.
Por lo tanto, aquí se expresa con humildad la siguiente hoja de ruta, la cual es totalmente mejorable – y en la que se exige escuchar e introducir las propuestas de los colectivos implicados, los profesionales y la sociedad civil –. Tiene como fin el establecer unos objetivos que construyan un mundo más justo, igualitario y saludable, con el objetivo final de lograr la felicidad de todos los habitantes del planeta. Un proyecto progresista, feminista y ecologista donde se lograría construir una civilización más respetuosa con la vida y con el planeta Tierra, en base a que los de abajo sean los que administren frente a la minoría privilegiada de los de arriba.