miércoles, 11 de octubre de 2017

Rompiendo Catalunya



Cataluña se ha ido. No ha habido independencia. No ha habido DUI. Pero se ha ido. Se fue aquel 1 de octubre de 2017. Se fue aquel día en que por primera vez en Europa un Estado impide votar. Se fue aquel día en que el Estado uso a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad como herramienta de opresión. Se fue aquel día en que el Estado dejó más de 900 heridos solo por el hecho de que querían votar. Se fue aquel día en que la prensa internacional abría sus periódicos con el tema catalán y cuyo titular decía 'The shame of Europe'. Se fue aquel día en que las Naciones Unidas y la Unión Europea tuvieron que llamar la atención al ejecutivo de Rajoy. Se fue cuando Mariano Rajoy les echó.

Si alguna vez hay una independencia real de Cataluña, tened por seguro que el responsable de esa independencia no se llamará Carles Puigdemont ni Anna Gabriel. Se llamará Mariano Rajoy.

Sin olvidar esto, el referéndum del pasado 1 de octubre careció de garantías democráticas por culpa de la injerencia del Estado central. El resultado del referéndum, donde votó menos de la población llamada al voto, no es suficiente ni representativo. Por lo tanto, proclamar una DUI en virtud de esos resultados sería ilegítimo y antidemocrático.

La posición que defiendo, y que considero la más sensata, es realizar un referéndum pactado con el Estado central, donde existan garantías, sea vinculante y legal. No es pedir mucho, es lo que incluso aconseja la comunidad internacional. Es lo que se hizo en Escocia o en Quebec. También se debe cambiar el modelo territorial español, que se ha demostrado como un fracaso, y avanzar hacia una España federal. Siguiendo los modelos de Alemania o EE.UU, por ejemplo.

Ayer, Puigdemont, president de la Generalitat, en un gesto de sensatez, no proclamaba la DUI, para abrir una etapa de diálogo. Sin embargo, el Gobierno español deseaba la DUI para aplicar su famoso artículo 155. La deseaba así como su muleta de gobierno: Ciudadanos. El partido de Albert Rivera, en este asunto, se ha dejado ver como realmente es. Una formación con un alto electorado de extrema derecha al que debe satisfacer, mientras que a su vez promulga su radicalismo de mercado. No es la primera vez que la ultraderecha se esconde en el centro. El nacionalismo catalán se dispone a hablar, PP-C's no quieren, por lo tanto, no olvidéis quien quiere ver sangre.

Por otro lado, el Partido Popular y Ciudadanos se llenan la boca criticando el nacionalismo. Críticas que, curiosamente, comparto. Lo que no comparto es su hipocresía. No puedes criticar el nacionalismo cuando tú también eres nacionalista. El PP y Ciudadanos son dos partidos nacionalistas españoles. El nacionalismo no es solo periférico (vasco o catalán), también es de carácter nacional (español).

Llegados a este punto, solo cabe dialogar. Parlem. Solo cabe sentarse a negociar, cosa que por parte del Gobierno está difícil. Sigo viendo esta situación como absurda. Las naciones son absurdas, sentir algo por ellas más aún. Los Estados, tal vez en principio, pueden servir como formas de organización de los diferentes territorios del planeta, como grandes ayuntamientos. Yo abogo por un gobierno mundial en forma de federación mundial. Las naciones solo dividen en fronteras. Son una construcción social, nada divino ni supremo. Son creaciones artificiales humanas que se pueden cambiar.

Como digo, la situación es absurda. Te paras a pensar en lo insignificantes que somos, pegándonos por quién controla la esquina de un píxel de una foto tomada a 6.000 millones de kilómetros. Todos deberíamos de sufrir el efecto perspectiva.

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