¿Por qué triunfan las dictaduras? ¿Por qué Franco se mantuvo casi 40 años en el poder? ¿Por qué Hitler tuvo a casi toda Alemania de su lado? ¿Miedo? ¿Ideales? Las dictaduras no se mantienen sin una base social sólida que las sostenga. En España muchos de los que hoy reclaman democracia, hace 50 años iban de la manita de Franco. El silencio de los corderos también alimenta al lobo.
Estados Unidos es otro ejemplo. Mucha gente se manifiesta contra las políticas autoritarias de Donald Trump, pero ¿y los que no? El silencio de esa población ¿por qué es? ¿Apoyan sus políticas o no quieren entrar en política? Pues bien, si no haces política, te la harán por ti.
El silencio ante la intolerancia, las atrocidades y las injusticias es cómplice. Igual de cómplice que ante un asesinato. Exactamente en el mismo nivel. El silencio que los votantes del PP hacen frente a la corrupción de su partido les hace cómplices. En España hay 8 millones de cómplices de corrupción. Esto es así.
El silencio permite y avala las atrocidades que se puedan cometer. Hay que saber parar los pies del resto. Hay que saber decir basta. Hay que entender los límites morales. Ante los Hitler, ante los Trump, ante los tiranos y los asesinos, no hay que callarse. Como mínimo no hay que callarse. La voz debe retumbar. Si te callas, lo permites. Si te callas, te haces cómplice. Y en esto, el silencio nunca ha sido bueno.
En este siglo XXI es absurdo hablar de naciones. Hay que hablar en ámbitos planetarios. Lo que ocurra en Canberra, como lo que ocurra en Bamako o en Ulán Bator debe importarte. El mundo necesita de todos, pero lo que menos necesita es el silencio.
"Ciertas cosas deben decirse, y hay momentos en los que el silencio es cómplice de la injusticia", Ayaan Hirsi Ali
No hay comentarios:
Publicar un comentario