Desde el 14 de julio, día en el que un terrorista yihadista arrollaba con un camión a cientos de personas aglomeradas en un paseo marítimo de Niza, y mataba a 84 de ellas, se han llevado a cabo multitud de atentados terroristas en Europa por parte de los llamados lobos solitarios. En Alemania un lobo solitario atacaba con un hacha a varias personas en un tren causando un muerto y varios heridos, días después un joven sirio de 27 años se inmolaba en un restaurante causando decenas de heridos. Hace dos días, dos jóvenes yihadistas que habían jurado fidelidad a Daesh tomaban rehenes en una iglesia de Normandía, en Francia, y finalmente eran abatidos por la policía, no sin antes degollar al cura de la iglesia y grabar dicha escena.
Estos atentados responden al efecto llamada. Un atentado activa al resto de células durmientes, o en su caso a los lobos solitarios. El yihadista que aún no ha pasado a la acción puede hacerlo tras haberse llevado a cabo un atentado. Esto es lo que ha pasado en Francia y Alemania, y lo que puede seguir pasando en toda Europa y fuera de ésta.
La única solución que muestran los gobiernos, en especial el francés, es bombardear. Intensificar los ataques en Siria e Irak. Esto es agitar el avispero islámico. Esto es apagar el fuego con un lanzallamas. Todavía no se han enterado de que los terroristas tenían nacionalidad europea. La política de intensificar los bombardeos es solo una imagen que dar al pueblo. No sirve de nada. Solo sirve para causar bajas civiles. Solo sirve para matar niños. De cada bombardeo, unos pocos o ninguno son yihadistas, el resto civiles. No saben ni bombardear.
Para matar al pez hay que quitarle el agua, no lanzarle piedras. Destruir sus puntos de financiación. Dejar de comprarles petróleo. Acabar con la amistad de Arabia Saudí. Acabar con el secreto bancario. Implicar al mundo musulmán en la lucha contra Daesh, que los echen de sus tierras. Entre otros.
La política de bombardear aquí y allá, sin objetivo claro, a lo machote, es absurda y criminal, además de ser la política del criminal de guerra George W. Bush. Si queremos reducir al máximo los atentados de extremistas islámicos, tenemos que entender que las políticas que se han llevado a cabo contra ello no han servido absolutamente de nada, solamente para agitar un avispero, por lo tanto habrá que buscar soluciones alternativas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario