domingo, 3 de abril de 2016

Somos súbditos de la Iglesia católica


Somos súbditos de la Iglesia en un país de creyentes y de no creyentes. La Iglesia católica, a parte de ser un organismo al que millones de personas del mundo le tienen fe, también es una gran empresa, y un gran banco. El peso de la Iglesia en España es tan grande como casi en ningún otro lugar de Europa. El control del Estado por parte de la Iglesia es evidente.

Hace unos días, una cadena estadounidense entrevistaba a Donald Trump, precandidato xenófobo, racista y fascista del Partido Republicano, y el periodista dejaba caer en plena entrevista que en España el gobierno está controlado por la Iglesia. Hasta en EE.UU lo saben.

Los privilegios de la Iglesia son abismales: no declara a hacienda por los sueldos del clero, no paga el impuesto de transmisiones, no paga impuestos por actos jurídicos documentados, no paga impuesto de sociedades, no paga el IVA, ni el IBI, ni el IRPF, tiene una casilla propia en la Declaración de la Renta cuando este es un Estado aconfesional (ninguna confesión), es financiada por el Estado recibiendo miles de millones de euros de dinero público al año... y como siga numerando sus privilegios me quedo aquí hasta mañana. Es vergonzoso que seamos de los únicos países de nuestro entorno en donde para jurar un cargo público tenga que ser delante de un crucifijo. Este país de aconfesional tiene poco. Un país donde se mantiene en su Código Penal la ofensa a sentimientos religiosos hace tambalear los cimientos de su laicidad, y de su democracia.

Del dinero público que el Estado da a la Iglesia, ésta destina más a la cadena 13TV, cadena de televisión de los obispos, que a Cáritas, organización social de ayuda a los más necesitados. El miedo a meter la mano a la Iglesia, por parte de muchos gobernantes, ha impedido acabar con muchos de sus privilegios.

Hay que acabar con los privilegios de la Iglesia. Que este país sea realmente laico. Hay que meter la mano a la Iglesia. La Iglesia católica, como cualquier otra religión, debe estar separada del Estado y autofinanciarse. Hay que acabar con absolutamente todos sus privilegios. Hay que derogar el concordato con la Iglesia. Debemos acabar con el favoritismo y la confesionalidad del sistema. El que quiera un cura que se lo pague. 

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