Como diría Groucho Marx, "estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros". Parece ser que esto ha sido lo que Pedro Sánchez le ha dicho a todo el arco parlamentario del Congreso de los Diputados. Desde cuándo se trata de negociar un Gobierno con tu supuesto "socio preferente" a la vez que pides el apoyo de la derecha política.
El PSOE ha vetado a Pablo Iglesias para la construcción de un nuevo Gobierno, con ello han vetado a Unidas Podemos y, por lo tanto, a casi 4 millones de votantes. Sánchez, mal asesorado por Iván Redondo – el que también era asesor del Partido Popular –, prefiere mirar a su derecha. Ya está pidiendo la abstención o el apoyo directo de PP y C's, los socios de Vox – me pregunto qué pensarán sus militantes del "¡Con Rivera no!" –. Querido lector o lectora, pregúntate por qué Sánchez veta a Iglesias como vicepresidente, pero con Albert Rivera en 2016 no hizo lo mismo, teniendo éste incluso menos escaños.
Se vendieron como el voto útil frente al auge de la extrema derecha. Se pusieron la chaqueta roja, apelando al eslogan de 'Somos la izquierda', pero, una vez más en el largo historial del PSOE, tras las elecciones se pusieron la chaqueta naranja. Cambiaron de discurso. Cambiaron de parecer. Abandonaron la apelación a la izquierda. Abandonaron a esa militancia que en Ferraz gritaba "Con Rivera no". Algunos y algunas se sorprenderán, otros, como yo, no. Esto es el PSOE, esto ha sido el PSOE durante los últimos 40 años. Y si a estas alturas no te das cuenta, no tienes remedio.
Sánchez tratará de responsabilizar a UP de una hipotética repetición electoral, pero el responsable de una repetición electoral siempre es del que debe recabar apoyos, y más si lo has hecho a base de vetos. El PSOE le ha dicho a UP que contigo no, bicho. Contigo no, rojo. Con Ciudadanos en 2016 no hizo ascos. A Sánchez no le dan miedo unas elecciones, se fía de las encuestas, pero las elecciones las carga el diablo. Se pasa muy rápido del cielo al infierno.
El resultado electoral de abril dejó a un PSOE reforzado, gracias al miedo a Vox. Su apelación al voto útil tuvo efecto, pero deberían saber que el miedo no dura siempre. El PSOE tiene un voto prestado de UP. La política – y más la española – cambia constantemente y da vuelcos más propios de la ciencia ficción. Un día estás arriba y al otro abajo, un día estás abajo y al otro arriba. Quien mejor debería saber esto es Pedro Sánchez, hace dos años era un cadáver político y mirad ahora. Se vendió como la izquierda a Susana Díaz, como el candidato de los militantes, a esos a los que ahora ignora. ¿Dónde está aquella militancia que gritaba a vivo pulmón que con Rivera no? Hoy su Secretario General le está tendiendo la mano.
El PSOE cree que tiene mayoría absoluta y mira al resto con soberbia. No digieren que tienen 123 escaños. Falta humildad y respeto, falta mirar a la gente y no a las encuestas. Quieren los votos de las diputadas y diputados de UP gratis, para gobernar y no cambiar nada. Creen haber tocado el cielo, pero cuanto más alto crees estar más grande es la caída.
Sánchez no ha vetado a Iglesias, sino a casi 4 millones de personas. El veto es a Unidas Podemos, porque lo único que aceptarían son "perfiles bajos". Como decía hoy el periodista Antonio Maestre, ahora Iglesias debería dar un paso al lado y ofrecer a Irene Montero de vicepresidenta y un ministerio para Alberto Garzón. También esto será rechazado por el PSOE, pero al menos servirá para retratarlos.
Si el verdadero escollo es Pablo Iglesias, que dé un paso a un lado. Pero Sánchez y el PSOE seguirán poniendo excusas. No quieren que se levanten las alfombras. Quieren un apoyo externo con un programa de gobierno que se lo saltarán con mínimas excusas. Los asuntos importantes y las cuestiones de Estado las pactará con la derecha y dejará para la izquierda pequeños tintes sociales. Eso es lo que pasará con un PSOE en solitario.
El afán partidista quiere llevarnos a elecciones que probablemente den el Gobierno a la derecha. No habrá la misma movilización de la izquierda que en el 28A, si hay repetición de elecciones por la irresponsabilidad del PSOE, Pablo Casado será presidente del Gobierno y Albert Rivera vicepresidente, con el programa electoral de Vox – y, además, tal vez con algún ministerio para la extrema derecha –.
Espero que aún, ya sea en julio o en septiembre, haya margen de acuerdo. Espero que haya responsabilidad política. Espero que Sánchez recuerde sus palabras a Jordi Évole en Salvados, que recuerde las presiones que recibió en 2016 de las élites económicas para decirle que con UP no. Que no ceda al chantaje de la CEOE y de la banca. Espero responsabilidad y altura de miras. Espero que se sienten a negociar – y para negociar todos tienen que ceder, y todos es todos – para construir un Gobierno de coalición progresista, feminista y ecologista, bajo un ambicioso programa social. La pelota está en el tejado de Pedro Sánchez.
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