domingo, 19 de mayo de 2019

El atontamiento social


Tiempos oscuros para la libertad de expresión. Nos situamos en un marco temporal en el cual la literalidad se ha convertido en la norma de nuestras conversaciones. Ya no se tienen en cuenta los mensajes en su contexto y los interpretamos en su más pura literalidad, como si de un salafista interpretando el Corán nos tratáramos. Perdemos la magia de la comunicación.

Debemos quedarnos con el contexto de las situaciones, sin centrarnos tanto en la literalidad de las palabras. De lo contrario, crearemos una idiocracia, una sociedad de idiotas. La interpretación literal de determinadas expresiones en nuestros días es un ejemplo del progresivo atontamiento de nuestra sociedad.

Un ejemplo de esto es que en pleno 2019 se haya abierto una guerra sucia contra el humor. Nos pueden no gustar muchos chistes, pero no por eso un humorista debe acabar ante la Audiencia Nacional. Pero no solo esto pasa con expresiones contra la Iglesia o la religión, como el famoso 'Me cago en Dios' que ha llevado a Willy Toledo a un banquillo de los acusados  como si alguien pudiese cagarse en algo que no existe , sino en el seno de la propia sociedad. Está habiendo una catolización entre la población. No una catolización religiosa, sino una catolización de la ofensa. Una piel más fina. Un atontamiento social.

¿Y qué es el atontamiento social? Criticar un chiste por ser demasiado "duro", pero cantar 'reggaeton' machista. Gritar 'Viva España' como si eso te diera de comer pero nunca ir a ver a tu abuela. Decir que el toro no sufre. Hablar por el WhatsApp con una persona que tenemos a un metro. El interminable postureo de Internet. Llorar más por la muerte de un famoso que por la de tu esposa. Optar por conductas de riesgo u homicidas para impresionar a la chica que te gusta. Colocarte una gorra sobrepuesta para estar a la moda de la tontuna.

Sin embargo, como nos enseñó Karl Popper con la paradoja de la tolerancia, no podemos tolerar la intolerancia. A lo largo de los años, y aún hoy en día, existen expresiones y comentarios absolutamente intolerables que merecen el mayor absoluto desprecio, aunque éstos sean hechos en un contexto humorístico. Por eso debemos cuidar nuestros juicios — por la seriedad de nuestras acciones , debemos usar una sola vara de medir y tener muy en cuenta el contexto, porque sino ocurrirá como con todo, que o no llegamos o nos pasamos. Y, recordemos, que no existe el derecho a no ser ofendido.

No obstante, hay veces que parece que tenemos la piel muy fina, algo que responde a ese progresivo atontamiento social. Se puede ver a diario con los múltiples malentendidos que surgen entre amigos o amigas, o entre parejas, muchas veces fruto de conversaciones por WhatsApp, donde lo único emotivo es un emoticono.

Pero aquí me he centrado en la esfera de la comunicación, que solo es un campo más en donde este atontamiento se está manifestando, porque se puede ver también en las acciones políticas, en el deporte, en las posturas. El día en el que tosamos y se nos llame la atención por ello, la idiocracia se habrá establecido. La sociedad de los piel fina reinará. El atontamiento social estará en su máximo estadio.

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