viernes, 26 de agosto de 2016

Miedo.


El miedo a lo desconocido condiciona al ser humano. El miedo a la muerte. El miedo al ¿qué habrá? El miedo al ¿qué pasará si hago esto? El miedo y lo desconocido son sólidos aliados. 

Se esperan respuestas en un mar de incógnitas. Respuestas que tras recibirlas no se aceptan. No se entienden. No se llegan a comprender. La complejidad de las respuestas o el final no deseado de éstas lleva a no querer aceptarlas. El miedo es un sentimiento que nos mantiene vivos. Un sentimiento que nos paraliza. Que nos lleva a negar lo evidente.

Dios no existe. La religión es fruto del miedo a la oscuridad. Es fruto del miedo a lo desconocido. En pleno siglo XXI se tiene la suficiente coherencia como para saber que estamos aquí, no porque nos hayan puesto con un dedo, sino porque hemos acabado aquí de igual manera que podríamos haber acabado en ningún sitio. De igual manera que no seremos los únicos que navegamos en un barca por el universo.

El miedo a la muerte condiciona a creer en un más allá inexistente. En un más allá eterno y lleno de nubes. En una vida infinita que nos permita vivir sin el miedo a perderla. Aceptar que un ser querido se ha ido sin más, a ningún sitio, puede ser difícil.
El miedo a hacer algo que pueda traer consecuencias desconocidas nos echa hacia atrás a la hora de querer realizar dicha acción. El miedo a tirarte en paracaídas. El miedo a que te den calabazas.
El miedo al misterio, a la magnitud y a la complejidad que supone el universo lleva a no pensar en él. A no explorar el tema. A pensar, de forma egocéntrica, que somos un globo. Cuando somos una barca, de las muchas que hay, navegando por el universo. Los agujeros negros, agujeros de gusano, la teoría de la relatividad de Einstein, los multiuniversos, las diferentes dimensiones, en definitiva, un universo infinito lleno de planetas, estrellas y galaxias que se nos agarra al estómago.
En resumen, el miedo paraliza. Ciega. Absorbe. Llena de incertidumbre las noches oscuras.

¿Cómo pensar en algo que nos quite el sueño sin temor y sin angustia? Tal vez con constancia. Paciencia. Calma. Como cuando piensas en por qué estas aquí. Viviendo. Con dos brazos y dos piernas, tirando para adelante tu vida, y es en ese momento cuando te recorre por el cuerpo una sensación extraña e indescriptible. Nos ha pasado a todos. Pero no es miedo. Es una especie de incertidumbre e inquietud que dura segundos. La única solución es abrir la mente, aprender cada día y explorarlo absolutamente todo.

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