domingo, 17 de marzo de 2019

Objetividad y subjetividad en el discurso



Cuando realizamos un discurso, escribimos un artículo o tenemos una charla coloquial entre amigos sobre cualquier temática podemos encontrar una diversidad de argumentos los cuales unos podrían catalogarse como objetivos y otros como subjetivos. Si bien es cierto, la objetividad absoluta es complicada sino inalcanzable, ya que somos seres sociales influenciados por la historia y el entorno. Incluso en las ciencias más duras como la física o la química no hay una objetividad ni una exactitud plena, solo hay que ver la multitud de paradigmas que han existido en estas ciencias. Por ejemplo, la física actual es la einsteniana, que sustituyó a la newtoniana. Por ello la ciencia actual ya no nos habla de certezas, sino de probabilidades. La ciencia es un saber riguroso, un saber racional empíricamente comprobable.

Por consiguiente, hay que saber diferenciar cuando una afirmación es una mera doxa, una opinión, y por lo tanto subjetiva, a cuando se trata de una episteme, un conocimiento riguroso, y por lo tanto objetivo. Sin embargo, la episteme requiere evidencias empíricas que lo sostengan, mientras que la doxa, lo subjetivo, es una opinión más que puede corresponderse con la realidad o no.

Con esto llegamos al punto crucial que debería ser fácilmente distinguible. Todo ser humano tiene una ideología y una forma propia de pensar, la cual podríamos considerar la doxa, sin embargo en su vida profesional puede ser un químico, un físico, un sociólogo o un filósofo, y por lo tanto su opinión no debe interferir en su labor profesional, que es producir conocimiento riguroso. La doxa puede enriquecerse a través de esta actividad profesional, pero la práctica de esta actividad es y debe ser objetiva, ya que se tratada de generar un conocimiento riguroso sobre el mundo. El científico debe mantener su neutralidad cuando obra como tal, después como ciudadano puede tener su ideología y sus opiniones. Max Weber, filósofo y sociólogo alemán, diferenciaba entre cuando se es científico social, el cual dice como son las realidades sociales, y cuando se es político social, el cual dice como deben ser las realidades sociales.

Las opiniones de las personas son susceptibles de modificación  por eso la ideología es cambiante , por ejemplo en su posición sobre el aborto, el matrimonio homosexual, el sistema económico, el gusto. Mientras que la episteme debe poseer las evidencias empíricas que lo sostengan y para ello se debe ser lo más objetivo posible, reiterando que la objetividad absoluta puede no ser alcanzable aunque siempre se debe intentar lograr.

Por tanto, afirmar, por ejemplo, "estoy a favor del aborto" o "me gustan los coches rojos" correspondería a una doxa, una opinión subjetiva  un juicio de valor , mientras que decir "el hombre llegó a la Luna" o "el coche es rojo" correspondería a una episteme — un juicio de hecho , ya que hay evidencias empíricas sólidas que demuestran esas afirmaciones. Es cierto que pueden ser rebatidas, pero los hechos no son opinables, y por lo tanto rebatirlos es hacer el ridículo.

Un científico, un investigador, es imparcial, pero como ciudadano no lo es, porque todo ciudadano tiene una idea, una posición sobre el mundo, una ideología, vota a X partido. Yo como sociólogo debo ser imparcial, porque me tengo que atener a los hechos, pero como ciudadano soy parcial porque tengo una posición determinada.

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