jueves, 28 de marzo de 2019

Interculturalismo: más allá de la multiculturalidad


Comparto un artículo que escribí en la web de opinión ciudadana Digo-Yo.es y que lo publicaron el 24 de abril de 2017: https://www.digo-yo.es/interculturalismo-mas-alla-la-multiculturalidad

El debate sobre el multiculturalismo siempre ha sido polémico desde que a mediados del siglo XX apareciera en diversas zonas de Occidente. Ahora, y con el fantasma del fascismo recorriendo Europa, se vuelve a poner en cuestión la realidad multicultural.

Más allá de un multiculturalismo que está prácticamente asentado tanto en Europa como en Norteamérica, así como en medio mundo, y con sus virtudes y defectos, empiezan a resonar las trompetas de un ideal. Tal vez una utopía: el interculturalismo.

El pluralismo cultural, enfatizado por un proceso de globalización creciente, ha conllevado a la construcción de una sociedad pluricultural. Un ejemplo de ello es la ciudad de Nueva York, una ciudad cosmopolita donde coexisten diversas culturas. No obstante, el multiculturalismo, dentro de sus elementos positivos como la tolerancia, la reivindicación de diversidades y la capacidad de coexistencia entre diversas culturas, ha caído en un bucle donde se promueven más las diferencias que la propia convergencia. Un bucle donde no todas las culturas se encuentran a un mismo nivel, donde la cultura anfitriona absorbe a esas minorías culturales y donde se realiza un excesivo énfasis en la diferencia cultural, existiendo el riesgo de caer en un relativismo cultural extremo que lleve a un fundamentalismo cultural fruto de la exageración de las diferencias entre culturas. En resumidas cuentas, el multiculturalismo consiste en tolerar y respetar a la diversidad cultural desde la distancia y sin relaciones entre culturas.

Como paso siguiente al multiculturalismo existe una realidad más allá, el interculturalismo, entendido más como un ideal utópico. No obstante, y pese al auge de la extrema derecha en el mundo, parece que este ideal empieza a asemejarse más a la realidad. Pero, ¿qué es este interculturalismo? A diferencia del multiculturalismo que consiste en la coexistencia, el interculturalismo aboga por la convivencia. Aboga, sin perder de vista las diferencias, por la convergencia.

Consiste en establecer relaciones sociales no solo entre iguales sino también entre diferentes. Apuesta por el debate – y no solo por el diálogo como se aboga en el multiculturalismo – entre culturas y por el conflicto como algo positivo, cosa que se pretende evitar en el multiculturalismo. El cambio cultural, así como el de las tradiciones, también es un elemento clave en el interculturalismo, frente al mantenimiento estático e invariable de las culturas en el multiculturalismo. Es una retroalimentación constante entre culturas. Por lo tanto, el interculturalismo pretende unir desde la diversidad, con un respeto activo a la pluralidad cultural y con la capacidad de que unas culturas aprendan de otras.

En un mundo como el de hoy, donde el nacionalismo y el proteccionismo amenazan a estas realidades multiculturales, debemos responder con los brazos abiertos a estas culturas, porque no obstante existe una cultura humana que nos une. Esta respuesta debe ser el interculturalismo.

Zygmunt Bauman, filósofo y sociólogo polaco recientemente fallecido, era consciente de esta posibilidad de regreso de los fantasmas fascistas al siglo XXI, por lo que siempre abogó por la pluralidad política y cultural como se puede observar en una de sus célebres citas de Modernidad y Holocausto (1989): “el pluralismo es la mejor medicina preventiva para evitar que personas moralmente normales participen en acciones moralmente anormales".

domingo, 17 de marzo de 2019

Objetividad y subjetividad en el discurso



Cuando realizamos un discurso, escribimos un artículo o tenemos una charla coloquial entre amigos sobre cualquier temática podemos encontrar una diversidad de argumentos los cuales unos podrían catalogarse como objetivos y otros como subjetivos. Si bien es cierto, la objetividad absoluta es complicada sino inalcanzable, ya que somos seres sociales influenciados por la historia y el entorno. Incluso en las ciencias más duras como la física o la química no hay una objetividad ni una exactitud plena, solo hay que ver la multitud de paradigmas que han existido en estas ciencias. Por ejemplo, la física actual es la einsteniana, que sustituyó a la newtoniana. Por ello la ciencia actual ya no nos habla de certezas, sino de probabilidades. La ciencia es un saber riguroso, un saber racional empíricamente comprobable.

Por consiguiente, hay que saber diferenciar cuando una afirmación es una mera doxa, una opinión, y por lo tanto subjetiva, a cuando se trata de una episteme, un conocimiento riguroso, y por lo tanto objetivo. Sin embargo, la episteme requiere evidencias empíricas que lo sostengan, mientras que la doxa, lo subjetivo, es una opinión más que puede corresponderse con la realidad o no.

Con esto llegamos al punto crucial que debería ser fácilmente distinguible. Todo ser humano tiene una ideología y una forma propia de pensar, la cual podríamos considerar la doxa, sin embargo en su vida profesional puede ser un químico, un físico, un sociólogo o un filósofo, y por lo tanto su opinión no debe interferir en su labor profesional, que es producir conocimiento riguroso. La doxa puede enriquecerse a través de esta actividad profesional, pero la práctica de esta actividad es y debe ser objetiva, ya que se tratada de generar un conocimiento riguroso sobre el mundo. El científico debe mantener su neutralidad cuando obra como tal, después como ciudadano puede tener su ideología y sus opiniones. Max Weber, filósofo y sociólogo alemán, diferenciaba entre cuando se es científico social, el cual dice como son las realidades sociales, y cuando se es político social, el cual dice como deben ser las realidades sociales.

Las opiniones de las personas son susceptibles de modificación  por eso la ideología es cambiante , por ejemplo en su posición sobre el aborto, el matrimonio homosexual, el sistema económico, el gusto. Mientras que la episteme debe poseer las evidencias empíricas que lo sostengan y para ello se debe ser lo más objetivo posible, reiterando que la objetividad absoluta puede no ser alcanzable aunque siempre se debe intentar lograr.

Por tanto, afirmar, por ejemplo, "estoy a favor del aborto" o "me gustan los coches rojos" correspondería a una doxa, una opinión subjetiva  un juicio de valor , mientras que decir "el hombre llegó a la Luna" o "el coche es rojo" correspondería a una episteme — un juicio de hecho , ya que hay evidencias empíricas sólidas que demuestran esas afirmaciones. Es cierto que pueden ser rebatidas, pero los hechos no son opinables, y por lo tanto rebatirlos es hacer el ridículo.

Un científico, un investigador, es imparcial, pero como ciudadano no lo es, porque todo ciudadano tiene una idea, una posición sobre el mundo, una ideología, vota a X partido. Yo como sociólogo debo ser imparcial, porque me tengo que atener a los hechos, pero como ciudadano soy parcial porque tengo una posición determinada.